miércoles, 8 de octubre de 2008

OBSIDIANA


“Remedios…”


Me dolía tanto el alma que afectó a otros organos menos espirituales y...

Una contractura me impedía mirar atrás, ¿era una señal? , rígida como una engreída acudí al trabajo, una clienta me recomendó un bálsamo chino cuya receta se creó hace cien años, la miré escéptica y me dijo que a ella fue lo único que le calmó el dolor.

Quise creerla, como a esos amantes que sabes que mienten.

En una callejuela del casco antiguo por la que había pasado miles de veces me topé con una herboristería que se parecía más a una antigua botica, la puerta estaba atascada, y el dolor me impedía empujar con fuerza, cuando por fín la cerradura cedió ,bajé tres escalones de carrerilla , no había nadie detrás del mostrador así que me distraje leyendo las etiquetas que vestían frascos de porcelana blanco, olía a linimento y a incienso, de repente comenzó a sonar un violín, era un tango de Piazzola, las estanterías llegaban hasta el techo y había un rincón de la tienda que parecía una cordillera de especias, miré el reloj porque noté como en la calle oscurecía, no podía ser... ¿desde cuando cae la noche a las doce del mediodía?.

Mi primer impulso fue salir de allí, pero la puerta estaba atascada de nuevo.

La música del violín cesó, oí en su lugar un fatigoso caminar, el roce de unos zapatos sobre el suelo de parqué.

- ¡wan-an! (buenas noches) Exclamó un anciano desde detrás del mostrador.

- ni hao ma. (¿cómo está usted? )Añadió sonriendo.

Llevaba un kimono gris oscuro y el cabello tan largo que caía sobre el mostrador como un hilo de leche blanca que se estuviera derramando, con un índice huesudo y retorcido señaló uno de los frascos.

Me acerqué obediente al continente y leí la etiqueta en voz alta tartamudeando "Bálsamo de tigre Rojo ".

El anciano asintió con la cabeza .

- hen hao, hen hao, hen hao. (muy bien ,muy bien).

Y dio un manotazo a una cortina estampada con un dragón de cuyas fauces salió humo.

Pasaron unos segundos en los que estuve tentada de huir,pero la curiosidad no me dejaba moverme de aquel extraño lugar.

El anciano volvió a aparecer con algo envuelto en una tela y con una caja de cartón diminuta en la otra, me extendió los dos objetos y los cogí.

Saqué el monedero para pagar y negó pausadamente con la cabeza, le miré desconcertada y me señaló el bolso, se lo mostré y metió la mano huesuda en él, removió mis cosas sin siquiera mirar y sacó una piedra negra, que había recogido una noche en cierto restaurante…

Se la acercó a sus ojos oscuros de pájaro y se le llenaron de lágrimas, emocionado me dedicó una sonrisa y una reverencia.

-xiè-xiè.(gracias) exclamó entusiasmado.

- zai jian (adiós). y volvió a golpear la cortina y desapareció.


La puerta se abrió sola como empujada por el viento, en la plaza lucía un sol espléndido, me senté en un banco porque no pude posponer ni un segundo el descubrimento de los paquetes, la caja era de vivos colores decorada con un trigre de bengala saltando, abri el frasco y un olor a menta y canela me reconfortó, la textura era untuosa, como una cera.

Lo dejé sobre el asiento y me dispuse a abrir el hatillo de tela, había una nota y la leí : "todo lo que necesitas para ser feliz está aquí " aparté la nota y vi mis ojos, mi sonrisa, reflejados en un espejo labrado en plata, mientras me caía una lágrima ,un músico comenzó a tocar un tango de piazzola con un violín y decidí regalarle unas monedas.
Thanks, woman sand!!!

3 comentarios:

Ángela dijo...

Qué buen relato.

Por cierto, aguna vez he usado el bálsamo de tigre rojo. Pero qué pena que el farmacéutico de mi pueblo sea un señor normal.

Mariajo dijo...

Y cómo sabes que tu farmaceutico es un señor normal????
Y quién es normal y quién no?
Cada vida, cada individuo son únicos y especiales.
No te quedes con el esterior, compañera. Ni con el de tu farmaceutico ni con el tuyo.
USA EL PODER DE TU IMAGINACIÓN.
SIENTE!! OBSERVA!! RIE!! LLORA!!
VIVE!!SUEÑA!!
No te niegues el poder de imaginar y soñar.
No te niegues a ver árboles de colores.

Ángela dijo...

Pues... me has pillado. Es verdad que no sé si es un señor normal.
Es cierto que a veces soy tan superficial... que me doy grima.