lunes, 18 de agosto de 2008

UN VIAJE A LOS RECUERDOS

Había pasado un año.
Mi escudero y yo decidimos volver al lugar, buscando el milagro una vez más.
Subimos la calle y allí estaba la puerta, el paso hacia el pasado. Del otro lado voces, música, alboroto....
Comenzamos la subida y nada más entrar a la derecha, allí estaban. Aquellas piedras de colores, con sus perfumes y sus poderes.
Pensé en sacarlas de la bolsa alguna vez,....por si acaso.
Estaban en casa hacia ya ...¡un año!
Seguimos ascendiendo la empinada calle, llena de gentes y risas. Pendientes, collares, pulseras...y a la derecha "la guaja" nos probocaba a entrar. Hacer un descanso y tomar una sidra, para hacer desaparecer ese raro amargor de boca que de vez en cuando no me permite pronunciar ni una palabra.
Salimos hacia la terraza y allí estaba!! Aquel inmenso hombre de barbas blancas y ropa sucia, que me miraba esperando quizá la oportunidad de alguna conversacion. Tiré con fuerza de mi escudero y salí por el patio a la plaza del mercado. Junto a las aves rapaces.

Al mirar hacia arriba, justo de frente, la ventana de la posada permanecia cerrada a cal y canto. Permanecí un rato mirándola, deseando que no se abriera nunca.
Mi deseo real en ese momento es que nadie hubiera entrado jamás allí. Que todo permaneciera igual...mi escudero no entendía tanta dedicación a ese pequeño ventanuco.
Pero esperó en silencio a que yo bajara la mirada. Después un pequeño tirón en el brazo me hizo comenzar a andar.
Por una de las calles que descendían de la plaza, después de ver a los juglares, me encontré de lleno con todas aquellas flores de colores, con pétalos de madera y perfumes prestados.
Una vez más cerré con fuerza los ojos, y primero abrí con cuidado uno por si aparecía delante ella, sonriente...pero no. Después de repetir con mucha fe la misma operación...definitivamente no estaba allí. No me importa lo que signifique el color de cada una. Me quedo con las negras.
Hacia la izquierda los vi de frente. Cómo habían crecido desde el año pasado!!!!
Pero esta vez, venían acompañados de un hada. De mi hada. Felices.
No querían separarse de ella en ningún momento. Ni yo...tampoco. Aunque alguna vez el barullo de la gente nos hiciera perdernos de vista.
Llegamos todos juntos al puesto de los libros más pequeños del mundo, aun por escribir.
Sugerí a mi hada comprar uno, para poder escribir...FIN.
Me miró con sus preciosos ojos, y no dijo nada. Solo sonrió.
Mientras, sus niños jugaban con mi escudero y se disparaban flechas, ajenos a lo demás.
Sumergidos en la fantasía del castillo.
De repente empezó ese frío terrible. Ese cansancio que tantas veces se apodera.
Entonces decidimos volver a casa. Nadie puso pegas. Todos estábamos de acuerdo.
Este año, nosotros, no estaríamos en el juicio.
Este año, nosotros, no quemaríamos a la bruja.
El mundo que siga a lo suyo.
Me alegré de verte tan cerca, mi hada Madrina.
Al volver, mi escudero me sugirió quitar la música y hablar. Obedecí.
Fueron casi dos horas de una maravillosa conversación.
Y fue el quien descubrió que esa misma noche...había un eclipse lunar.
Que estábamos cambiando a la era de Acuario...
Que queríamos ver juntos el próximo eclipse solar,
y calculamos nuestra edad para entonces.
También quiero compartirlo contigo, mi hada, mi duendecillo.

El milagro que esperaba..tampoco se produjo.
Pero es maravilloso siempre que aparezcas a mi lado cuando más te necesito.