jueves, 10 de enero de 2008

A LA ORILLA DE LA CHIMENEA

Puedo ponerme cursi y decir

que tus labios me saben igual que los labios

que beso en mis sueños,

puedo ponerme triste y decir

que me basta con ser tu enemigo, tu todo, tu esclavo,

tu fiebre, tu dueño

y si quieres también,

puedo ser tu estación y tu tren,

tu mal y tu bien,

tu pan y tu vino,

tu pecado, tu dios, tu asesino...


o tal vez esa sombra

que se tumba a tu lado en la alfombra,

a la orilla de la chimenea,

a esperar que suba la marea.


Puedo ponerme humilde y decir

que no soy la mejor, que me falta valor

para atarte a mi cama,

puedo ponerme digna y decir

"toma mi dirección, cuando te hartes de amores

baratos de un rato, me llamas"

y si quieres también,

puedo ser tu trapecio y tu red,

tu adiós y tu ven,

tu manta y tu frío,

tu resaca, tu lunes, tu hastío...


o tal vez ese viento

que te arranca del aburrimiento

y te deja abrazada a una duda,

en mitad de la calle y desnuda,


y si quieres también,

puedo ser tu abogado y tu juez,

tu miedo y tu fe,

tu noche y tu día,

tu rencor, tu porqué, tu agonía...


o tal vez esa sombra

que se tumba a tu lado en la alfombra,

a la orilla de la chimenea,

a esperar que suba la marea.