martes, 15 de enero de 2008

LA DELGADA LINEA ROJA

Llegó

con su espada de madera

y zapatos de payaso

a comerse la ciudad.


Compró suerte en Doña Manolita

y, al pasar por la Cibeles,

quiso sacarla a bailar un vals,

como dos enamorados

y dormirse acurrucados

a la sombra de un león.


"¿Qué tal?

Estoy sola y sin marido,

gracias por haber venido

a abrigarme el corazón."


Ayer,

a la hora de la cena,

descubrieron que faltaba

el interno dieciséis.


Tal vez

disfrazado de enfermero

se escapó de Ciempozuelos

con su capirote de papel.


A su estatua preferida

un anillo de pedida

le robó en el Corte Inglés.


Con él

en el dedo al día siguiente

vi a la novia del agente

que lo vino a detener.


Cayó

como un pájaro del árbol

cuando su abrazo de marmol

le obligaron a soltar.


Quedó

un taxixta que pasaba,

mudo al ver cómo empezaba

la Cibeles a llorar


y chocó contra el Banco Central.

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