
Cada rama seca cortada,
poco a poco, despejando el camino.
Y la púas de las zarzas se clavan en las manos...y duele.
Pero sigues, un corte aquí, otro alla.
Va pasando el tiempo y surgen los recuerdos.
Y sigues.
Para alguna rama se hace necesario el hacha y la sierra.
Pero sigues.
Poco a poco, va apareciendo la forma original.
Da igual, si el olivo está más o menos viejo.
Va apareciendo.
Y por fin acabas. Y te detienes a observarlo ahora.
Ya lo tienes, libre de todo lo que le axfisiaba.
Y el Olivo comienza a respirar.
Y también tú empiezas a respirar.
Y sientes su alivio, que también es el tuyo.
Ahora es él mismo. Su forma. El olivo.
Voy a esperar impaciente la primavera.
De qué manera crecerá, su forma, sus frutos, su evolución.
Y en la próxima poda, cuando lo necesitéis,
correré a ayudaros.
Hoy, yo también respiro mejor.