Llegó
con su espada de madera
y zapatos de payaso
a comerse la ciudad.
y, al pasar por la Cibeles,
quiso sacarla a bailar un vals,
como dos enamorados
y dormirse acurrucados
a la sombra de un león.
"¿Qué tal?
Estoy sola y sin marido,
gracias por haber venido
a abrigarme el corazón."
Ayer,
a la hora de la cena,
descubrieron que faltaba
el interno dieciséis.
Tal vez
disfrazado de enfermero
se escapó de Ciempozuelos
con su capirote de papel.
A su estatua preferida
un anillo de pedida
le robó en el Corte Inglés.
Con él
en el dedo al día siguiente
vi a la novia del agente
que lo vino a detener.
Cayó
como un pájaro del árbol
cuando su abrazo de marmol
le obligaron a soltar.
Quedó
un taxixta que pasaba,
mudo al ver cómo empezaba
la Cibeles a llorar
y chocó contra el Banco Central.
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